martes, 4 de diciembre de 2007

BARBARISMOS

Barbarismos
Lo dice quien, de joven, se llevaba la escalera y la brocha a la fachada insumisa y, arropado por su aureola de banquero y de hombre respetado, encaramaba su cuerpo grande hasta el letrero, le borraba el barbarismo y se quedaba tan ancho. Y tan ancho se quedaba que los comerciantes acudieron al gobernador, un tal Rodríguez Elías, para preguntarle que quién mandaba allí, si él o don Federico. Y el gobernador -al menos así lo cuenta ahora el acusado de mangonear más de la cuenta- les respondió: «Voy a demostrar quién manda aquí: se me van ustedes ahoritita a chingar a su madre por esa puerta». Así que don Federico continuó subiendo a las azoteas para retirar los luminosos de brandis, tabacos y empepsicocacolizados en general.
Por eso Zacatecas (250.000 habitantes) se ve tan estética ahora; por eso la pasada semana a una tienda de Discos y Casettes le obligaron a convertirse en tienda de Discos y Cintas, y por eso viene un vecino a decirle a don Federico que en un comercio de la esquina han puesto Pepe’s, boutique y él responde: «Ahora mismo lo quito». Carlos Salmón, el dueño del restaurante que pagó los 900 pesos por una e, lo explica muy bien: «Aquí somos más españoles que ustedes». Y aclara más aún: «Tuve un despiste y no me di cuenta. Pagué los 900 pesos con gusto, y ahora cambiaré el letrero».
Ese sentimiento de propiedad por la lengua española lo dejaron bien claro unos muchachos que entraban a una de las sesiones públicas del I Congreso Internacional de la Lengua Española, que se ha desarrollado esta semana en la ciudad mexicana. El corresponsal de Televisión Española Juan Restrepo les preguntó por qué estaban allí. Y le contestaron: «Es que hemos oído que quieren quitarnos algunas palabras». Su temor ante unas eventuales medidas de uniformidad del idioma -ni por asomo era ése el objetivo del congreso- no tenía razón de ser. Nadie les iba a quitar ninguna palabra. Pero un famosísimo escritor, todo un premio Nobel, sí quería quitarles algunas letras. Esa propuesta del autor de Cien años de soledad -quien la extendió también a determinados cambios gramaticales- no dio mucha alegría a los congresistas, porque acaparó la atención exterior y dejó apenas sin repercusión a ponencias, trabajos, proyectos, hallazgos, opiniones y acuerdos mucho más tangibles, más científicos y más estudiados. Un congreso de reflexión y acercamiento se convirtió en un asunto polémico. El diario Excelsior comenzaba con esta escueta frase una de sus crónicas: «Los ánimos se alebrestaron».
fuente:
Zien años de zoledad
"La propuesta ortográfica de García Márquez alteró elCongreso de Zacatecas, una ciudad enamorada del idioma español "

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