miércoles, 28 de noviembre de 2007

factores que propician la evolución del español

Los excesos, se sabe, provocan reacciones pendulares. De la rigidez escolar se ha pasado a la pérdida de la norma escolar. Una maestra que cortara el pelo a una niña, nativa o inmigrante, por no expresarse bien, sufriría hoy día sanciones gravísimas y nadie, desde luego, le daría una medalla. En cambio un niño de origen magrebí puede decirle a su maestra que él no acepta que una mujer le diga lo que tiene que hacer, y no pasa nada. La madre, llamada por la maestra, le dirá, a lo más, que tampoco a ella le obedece en la casa y que así son los hombres. Véase la diferencia, el niño nativo puede desobedecer igual, pero no porque la maestra sea mujer. Lo que está en juego es un patrón cultural.
El otro y el mismo
«El flujo persistente de inmigrantes hispanos amenaza con dividir los Estados Unidos en dos pueblos, dos culturas y dos lenguas. Frente a otros grupos de inmigrantes del pasado, los mexicanos y otros latinos no se han asimilado a la cultura norteamericana dominante, y han creado, en cambio, sus propios enclaves políticos y lingüísticos -desde Los Ángeles a Miami- rechazando los valores anglo-protestantes sobre los que se construye el sueño americano».
Es el comienzo del artículo de Samuel P. Huntington «El reto hispano». Ni que decir tiene que provocó duras reacciones en Estados Unidos, dentro y fuera de la comunidad hispana, y en España. Sin embargo, podría perfectamente dársele esta otra lectura: «El flujo persistente de inmigrantes magrebíes amenaza con dividir España en dos pueblos, dos culturas y dos lenguas. Frente a otros grupos de inmigrantes, los marroquíes y otros árabes no se han asimilado a la cultura española dominante». Es cierto que todavía no hay enclaves políticos y lingüísticos magrebíes en España (sí los hay alemanes o británicos en la costa mediterránea, con alcaldes de esas nacionalidades, pero no se ven como una amenaza). Es cierto también que, en medio, se ha producido la barbarie del 11-M, con sus secuelas; pero ningún análisis serio permite concluir que la población musulmana de España esté a favor del terrorismo. Puede que no haya habido tampoco un cambio en la actitud de los españoles.
Lo que hay, para cualquier observador, es un cambio en la expresión de sentimientos que ya estaban allí y que ahora encuentran algún tipo de justificación, sin entrar de momento en su falsedad. Quizás parezca que las diferencias entre un hispano y un anglo en los EE.UU. no son tantas como las que existen entre un magrebí y un español; pero sí las hay para Huntington y para quienes piensan, como él, que «América [o sea, los EE.UU.] fue creada por colonizadores de los siglos XVII y XVIII que eran predominantemente blancos, británicos y protestantes. Sus valores, instituciones y cultura constituyeron los cimientos y dieron forma al desarrollo de los Estados Unidos en los siglos siguientes. Definieron América [o sea, los EE.UU.] en términos de raza, etnicidad, cultura y religión.
Por: Francisco A. Marcos MarínRevista de Occidente nº 287, abril 2005

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